La muerte que nos prostituye y esta vida que se nos va

La muerte que nos prostituye
y esta vida que se nos va,
la misma maldición de la noche
cuando nos frota sus alas sin piedad.

Es la misma maldita noche
que en el frío nos quema
y en mi habitación con mi sombra
con esa soledad me congela.

Me desespera esta luna,
riendo y mofándose de mi
sabiendo que con su reflejo
destruye todo lo que construí.

Pasa el otoño, y renazco con tu voz
pero me mata saber que ahora estoy solo,
ya que hasta mi soledad encontró compañía con vos,
y mi sombra ya no me habla ni cuando lloro.

Por ese lienzo en el que quise dibujarte
y tuve que romper,
el mismo lienzo divino
en el que te quiero ver.

Creí desesperado en esa ficción
y corrí a vos, por lo hermosa y perfecta que sos,
y me di cuenta que esa fantasía no estaba,
lo que estaba era ese camino a mi adicción.

Lo que estaba era una sorpresa
y no de esas que desenvuelven alegría,
sino de las desgraciadas y asquerosas,
las que pueden arruinarte todo el día.

Y ahora con mi vida en tela,
sobre tus manos,
Oh mujer! si solo supieras!
Que puedes crear en un segundo, lo que yo en años.

No me sorprende encontrarte,
ya sabia que iba a verte.
No me sorprende encontrarte,
pero si lo hace perderte.

Podría llenarme la boca con palabras,
podría decir -Oh Alma mía!-
pero ya ni eso!
Que exista alma dentro de mi,
no significa que sea mía,
seguro que tuya tampoco,
talvez ni tenga, talvez ni exista!
Seguro la perdí contigo poco a poco.

Se desgasta mi tiempo
y mis entrañas en tus dedos,
palpita la tela suave
y me asusto por tu beso.

Y yo te pregunto
¿Que harás conmigo?
¿Estaré con los otros en ese mueble ajeno?
¿o te señiras conmigo y me encerraras en el frío?

Seras como el corrupto,
que siendo consciente ejerce,
o como el burgués,
actuando con esa tiranía que no merece.

¿¡Que harás tu conmigo!?
Por favor ten piedad!
o serás como la muerte que nos prostituye,
y esta vida que se nos va.